'Nacer, morir, renacer y progresar sin cesar, tal es la Ley'. Allan Kadec

6. El sentimiento íntimo que tenemos de la existencia de Dios no podría ser el resultado de la educación y producto de las ideas adquiridas?


"Si  así fuese, ¿por qué vuestros salvajes tienen  ese sentimiento?"

AK: Si el sentimiento de la existencia de un ser supremo no fuese más que el  producto de la enseñanza, no sería universal y sólo existiría – como las nociones científicas-  en quienes hubiesen recibido dichas enseñanzas.


Comentarios de Miramez:


PRODUCTO DE LA EDUCACIÓN

Somos conscientes de que la educación nos alienta a las cosas más nobles de la vida; sin embargo, esta se da de forma gradual, de acuerdo con nuestra evolución espiritual. El modo de asimilar la educación en un medio en el que se madura es diferente de unos para los otros, según los dones despiertos en cada criatura. La conciencia de cada alma selecciona lo que  recibe, como un producto del medio en que vive y crean condiciones para que la inteligencia  expanda sus valores en el programa de su existencia,  rechazando lo que no le sirve, por las condiciones que ha alcanzado en la escala evolutiva.

Toda herencia es relativa, respetando la posición del heredero en la vida. Si consultáramos en la historia,   a las grandes vidas en la Tierra, la razón nos certificaría esta verdad. Los espíritus, incluso los llamados primitivos, cuando reencarnan  en un medio más evolucionado, no asimilan el producto de la educación ofrecida por su falta de capacidad de entendimiento que no está a la altura de sus progenitores, escuelas y libros. La afirmación de que somos el producto del medio  no es convicta  en cuanto a las leyes de la evolución. Podemos ser o no este producto, dependiendo del rango en el que nos situamos, con aquellos con los que convivimos. Y nos preguntamos: ¿dónde aprendieron los primeros maestros? ¿ En qué escuela?

El aprendizaje más actuante surge del intercambio de experiencias entre las personas y las naciones; sin embargo, la aparición del verdadero aprendizaje de las almas viene por los procesos del despertar de las cualidades que a veces duermen en todos los seres. Por eso decimos, como ya lo  dijo todos los profetas, que Toda sabiduría viene de Dios. Toda forma de amor nace de su magnánima personalidad.


La idea de Dios en la gran población indígena que vivió en la Tierra y de la que todavía hay algunos elementos, es una prueba irrefutable de que Él existe y que no fue un  producto del medio. Fue la revelación de los propios espíritus que rodeaban y protegían estos elementos, en las secuencias evolutivas en que la vida les ha puesto.

Muchos de los señores agrícolas  que dominaron Brasil por varios años, alimentaban y divulgaban la idea de que la vida se terminaba en la tumba y que los esclavos eran animales de carga. Sin embargo, aunque estuviesen  posesión del poder de la situación y de la fuerza, no quitaban  a los cautivos la creencia en la existencia de Dios y de las almas, que utilizaban los tambores, los cuerpos de los sensitivos, para que os animasen en sus probaciones. ¿Dónde está el producto del medio y de la agresión? Cuanto más sufre el Espíritu, más despiertan sus cualidades espirituales, pero la verdad le conduce a los caminos de la luz!

Ciertamente no interrumpiremos el ejercicio sublime de la educación y la instrucción en todos los niveles de vida y de la vida, porque es, en esta persistencia humana y divina que hacemos nuestra parte, junto a la ya realizada por Dios.


Los sentimientos íntimos que todos tenemos en cuanto a  la inmortalidad del alma y la existencia de nuestro Padre Celestial, roe la primera cosa divina  puesta en nuestros corazones espirituales por las manos del Creador, en forma de luz que ilumina nuestras vidas. Esa certeza no se vende, no se da, nadie puede quitar. Es nuestro patrimonio, que brilla en nosotros con alegría y esperanza para hablarnos de la felicidad eterna. El objetivo más inteligente es educar e instruir. De este modo, todos los talentos florecen y la vida para nosotros se convierte en una vida en Cristo, en la presencia de Dios.



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