Cuando logramos introducir a
Cristo en nuestro corazón, la vida cambia el significado, cambiamos de
trayectoria y surge en nuestro mundo interior una emoción completamente nueva
en que la criatura humana ahora se identifica con el Creador y puede mantener
un intercambio de Padre a hijo y de hijo a Padre.
No lamentéis las dificultades
que ahora asolan la Tierra. La crisis de cualquier naturaleza es una
experiencia evolutiva para el desarrollo intelecto-moral de la criatura humana.
Examinad la vida en el mundo
espiritual para la Tierra y no los efectos para la causa. Solamente ocurre
aquello del que tenemos necesidad para evolucionar.
Enriquezcamos, hijos amados,
nuestra alma con la afable paz que viene de Jesús y dejemos que Él norteé
nuestros pasos que nos lleven por las estradas difíciles que debemos vencer
hasta alcanzar el calvario sublime de nuestra cruz de redención.
No sufráis sin un motivo justo.
El dolor es un divino buril que lapida las imperfecciones del alma.
Es claro que
la bendición de la salud, el equilibrio orgánico, emocional, psíquico, hacen
parte también del esquema de la vida espiritual, pero es necesario comprender
que salimos del instinto para la razón y todavía no logramos imprimir la razón
con buen tono, en el acceso de los corazones en las actividades.
Y cómo
consecuencia, cometemos errores, nos engañamos y nos equivocamos en cada paso
con el derecho sublime de la reparación.
Arrepintámonos del mal que nos
hicimos, expiemos como recomienda el egregio
codificador y reparemos mediante el amor y la misericordia.
Jesús hijos míos, espera por
nosotros!
Que cada uno cumplamos con
nuestro deber!
Que cada uno realice el mínimo
a su alcance, ese mínimo aunque sea, posiblemente será una gran parte para
quien lo recibe nada poseyendo.
Nuestra jornada en la Tierra es
una experiencia de liberación.
No más tergiversemos, no nos
permitamos más tumbar en los desfiladeros de la agonía por la presunción, por
el egoísmo.
Es amplia la estrada de amor,
aunque la puerta redentora sea estrecha.
Entremos por ella, atentos para
encontrarnos en la casa del Padre, el lugar de misericordia que nos está
reservado.
Servir es el honor que nos
incumbe.
Amad, es la oportunidad de auto
redención y confiad infinitamente en el amor del Amado en nombre del Padre
Celestial para que Sus bendiciones penetren en nuestra alma y líbrenos de las
aflicciones.
Que el Señor de bendiciones os
bendiga, son los votos del humilde servidor paternal en nombre de los amigos
espirituales de este templo para todos vosotros.
Mucha paz...
Bezerra(*)
(Mensaje psicofónica recibida por el médium Divaldo P. Franco, en conferencia realizada en
el Grupo Espírita André Luiz, en Rio de Janeiro, la noche de 27 de agosto de
2015.)
(*) Revisada por el Autor espiritual.
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