'Nacer, morir, renacer y progresar sin cesar, tal es la Ley'. Allan Kadec

7. ¿Podríamos hallar la causa primera de la formación de las cosas en las propiedades íntimas de la materia?


 - Pero entonces, ¿cuál sería la causa de esas propiedades? Se requiere siempre una causa primera.

A.K.: Atribuir la formación primera de las cosas a las propiedades íntimas de la materia sería tomar el efecto por la causa, por cuanto dichas propiedades son, en sí mismas, un efecto que debe tener su causa.

Comentarios de Miramez

LA MATERIA ES EFECTO

Sin lugar a dudas que la materia tiene vida. En el seno más íntimo  sabemos que  algunos fenómenos  por veces escapan a la inteligencia humana. Hay por lo tanto, obediencia a las leyes sutiles que gobiernan y sostienen toda la Creación. Todo lo que percibimos en la materia y que la observación científica demuestra son efectos de la Gran Inteligencia, que llamamos: Dios.

Nosotros, en las esferas espirituales y en la acción que nos compite investigar, seguimos en estudios profundos acerca del Creador. Hemos sido testigos en lugares apropiados, de conferencias  de espíritus eternos  exponiendo conceptos que ya han podido comprobar acerca del Gran Foco, Su vida y Su interferencia en todas las direcciones de Su casa universal. Y es que, para trasmitir a los encarnados todo lo que hemos oído, es necesario obedecer ciertas reglas de la comunicación con los seres, aún envueltos en los fluidos de la carne.

Dios es la realidad absoluta; y podemos decir  que Él  vibra en todo lo que existe. Hablando en la misma frecuencia de los hombres, Él es la personalidad distinta en el centro de Su creatividad. Repetimos: Él es Espíritu. 

El Creador es único, sin embargo, en Su gesto de trabajo se convierte en binario. Lo que podemos observar en la extensión infinita es que Él aparece y desaparece entre dos respiraciones de Su dinámico poder de vivir, y su aliento divino impregna a todas las cosas, marcando Su presencia, sembrando vida y aumentando las fuerzas.

Sólo podemos conocerle por Sus atributos. Avanzar hacia donde nuestros sentidos no llegan, es una pérdida de tiempo y una falta de entendimiento y obediencia a ciertas leyes, que marcan los límites de nuestro conocimiento. Si quieres entenderlo, la meditación  después del trabajo honesto, es un camino excelente para conocer mejor al Creador. 

Le conoceremos;  no por el número de veces que  oímos  que Lo mencionan; pero sentiremos Su presencia cuando la conciencia se basa en la realización de nuestros deberes. Los espíritus puros sienten a Dios en su profunda sensibilidad y expresan una tranquilidad imperturbable en el corazón.

La materia es la vibración menos sutil  de la Divinidad, y es el camino creado por Él para el despertar de Sus hijos, que salen de Sus manos luminosas  y vuelven para Su íntimo de vida. Ese viaje es un tanto cuanto extenso, incumbiendo a cada criatura hacer su propio trabajo en la adquisición de su paz espiritual más intima. 

Los sentidos de los hombres, aunque sea de los más elevados, en comparación con la pureza espiritual de los benefactores de la humanidad, son mínimos puesto que se distancian millones de años entre los  unos y los otros en la escala evolutiva, sin embargo, alegrémonos en decir  que ellos también pasaron por donde estamos nosotros ahora, así como nosotros estamos avanzando  para el reino dónde ellos permanecen trabajando.

Volviendo al asunto inicial, dignémonos en contestar que, en lo íntimo de la materia podrás encontrar a Dios, porque las propiedades de la materia hablan de Él, de Su grandeza espiritual,  desde que tengamos el sentido para tal investigación. Pero, estos fenómenos no son el Creador; son los efectos de la Causa Primaria, manifestándose en las formas transitorias. Pulsa en la materia la vida universal  el fluido cósmico vibrante, dirigido por la mente del Creador y obediente a Sus sentimientos. Él sabe de todo y está en todo, mediante Sus atributos espirituales.


La materia, por más evolucionada que sea, no demuestra inteligencia. Ella es movida por la Inteligencia Suprema. En se tratando de la Tierra, solamente en el hombre empieza a despertar la razón, que es consecuencia del principio inteligente, aun así, bajo el comando de la Inteligencia Mayor: Dios. 

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