- Pero entonces,
¿cuál sería la causa de esas propiedades? Se requiere siempre una causa
primera.
A.K.: Atribuir la formación primera de las cosas a las
propiedades íntimas de la materia sería tomar el efecto por la causa, por
cuanto dichas propiedades son, en sí mismas, un efecto que debe tener su causa.
Comentarios de Miramez
LA MATERIA ES EFECTO
Sin lugar a dudas que la materia tiene vida. En el seno más íntimo sabemos que algunos fenómenos por veces escapan a la inteligencia humana. Hay
por lo tanto, obediencia a las leyes sutiles que gobiernan y sostienen toda la
Creación. Todo lo que percibimos en la materia y que la observación científica
demuestra son efectos de la Gran Inteligencia, que llamamos: Dios.
Nosotros, en las esferas espirituales y en la acción que nos
compite investigar, seguimos en estudios profundos acerca del Creador. Hemos
sido testigos en lugares apropiados, de conferencias de espíritus eternos exponiendo
conceptos que ya han podido comprobar acerca del Gran Foco, Su vida y Su interferencia en todas
las direcciones de Su casa universal. Y es que, para trasmitir a los
encarnados todo lo que hemos oído, es necesario obedecer ciertas reglas de la comunicación
con los seres, aún envueltos en los fluidos de la carne.
Dios es la realidad
absoluta; y podemos decir que Él vibra en todo lo que existe. Hablando en
la misma frecuencia de los hombres, Él es la personalidad distinta en el centro
de Su creatividad. Repetimos: Él es Espíritu.
El Creador es único, sin embargo,
en Su gesto de trabajo se convierte en binario. Lo que podemos observar en la
extensión infinita es que Él aparece y desaparece entre dos respiraciones de Su
dinámico poder de vivir, y su aliento divino impregna a todas las cosas, marcando
Su presencia, sembrando vida y aumentando las fuerzas.
Sólo podemos conocerle por Sus
atributos. Avanzar hacia donde nuestros sentidos no llegan, es una pérdida de
tiempo y una falta de entendimiento y obediencia a ciertas leyes, que marcan los
límites de nuestro conocimiento. Si quieres entenderlo, la meditación después del trabajo honesto, es un camino excelente
para conocer mejor al Creador.
Le conoceremos; no por el número de veces que oímos que Lo mencionan; pero sentiremos
Su presencia cuando la conciencia se basa en la realización de nuestros deberes.
Los espíritus puros sienten a Dios en su profunda sensibilidad y expresan una
tranquilidad imperturbable en el corazón.
La materia es la vibración menos sutil de la Divinidad, y es el camino creado por Él
para el despertar de Sus hijos, que salen de Sus manos luminosas y vuelven para Su íntimo de vida. Ese viaje
es un tanto cuanto extenso, incumbiendo a cada criatura hacer su propio trabajo
en la adquisición de su paz espiritual más intima.
Los sentidos de los hombres,
aunque sea de los más elevados, en comparación con la pureza espiritual de los benefactores
de la humanidad, son mínimos puesto que se distancian millones de años entre los
unos y los otros en la escala evolutiva,
sin embargo, alegrémonos en decir que
ellos también pasaron por donde estamos nosotros ahora, así como nosotros
estamos avanzando para el reino dónde
ellos permanecen trabajando.
Volviendo al asunto inicial, dignémonos en contestar que, en
lo íntimo de la materia podrás encontrar a Dios, porque las propiedades de la
materia hablan de Él, de Su grandeza espiritual, desde que tengamos el sentido para tal investigación.
Pero, estos fenómenos no son el Creador; son los efectos de la Causa Primaria, manifestándose
en las formas transitorias. Pulsa en la materia la vida universal el fluido cósmico vibrante, dirigido por la mente
del Creador y obediente a Sus sentimientos. Él sabe de todo y está en todo,
mediante Sus atributos espirituales.
La materia, por más
evolucionada que sea, no demuestra inteligencia. Ella es movida por la
Inteligencia Suprema. En se tratando de
la Tierra, solamente en el hombre empieza a despertar la razón, que es
consecuencia del principio inteligente, aun así, bajo el comando de la
Inteligencia Mayor: Dios.
No hay comentarios :
Publicar un comentario